(Artículo que iba a ser originalmente publicado en Diario Siglo XXI el 15 de enero)
El 2012, en lo que a producción
cinematográfica se refiere, podría resumirse en una sola pregunta: ¿qué ha sido
de esas digeribles películas de hora y media? Recuerdo cuando era un adolescente que, una vez por
semana, iba al videoclub y, como mis padres tan sólo me dejaban alquilar una
película, revisaba el metraje de todo los VHS que allí tenían para llevarme una
cinta que tuviese sustancia pero que, sobre todo, fuese larga. Entonces,
existía la creencia de que los films más profundos (cine de autor y grandes
historias) y de más calidad eran los que más duraban. Era extraño encontrar
películas de más de 90 minutos y las de 100 ya se consideraban largas. En aquella
época, el principio de economía era el que más primaba. Los exhibidores pedían
productos de menos de hora y media para poder hacer más sesiones al día y ganar
más dinero. Pero todo eso ya se acabó. Hemos entrado en, lo que yo llamo:
‘The Peter Jackson’s Hysteria’.
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Este hombre ha hecho mucha mierda. |
A finales del siglo XVII, en los condados de Essex, Suffolk y Middlesex en el estado de Massachusetts (Estados Unidos), tuvo lugar uno de los hechos más irracionales y difícilmente comprensibles de la historia de occidente. Lo que se conoció como ‘La caza de brujas’ y que dio lugar a los ‘Juicios de Salem’, sucedieron fundamentalmente por un proceso contagioso de histeria egocéntrica y emulación interesada, donde los principales responsables fueron tanto los que desencadenaron la ‘tendencia’ de que estar ‘embrujada’ te hacía diferente y que acusaban gratuitamente al prójimo, como de aquellos que proporcionaron y mantuvieron ese contexto de rigidez religiosa tan excesivamente puritana. Ese proceso contagioso tan absurdo se ha dado del mismo modo en el cine, donde el modelo rígido de duración parece haber cambiado. Aquellas series españolas de capítulos de 90 minutos hacían presagiar lo peor. Era normal encontrarnos a Chechu, por ejemplo, en ‘Médico de Familia’, participando en diálogos triviales para rellenar espacio y cumplir esos pre-requisitos que existían en la tradición televisiva española. Primaba el formato sobre la historia. En 2012, tenemos un listado numerosísimo de films de gran duración: ‘Django Unchained’ (2 horas y 45 minutos), ‘Cloud Atlas’ (2 horas y 52 minutos), ‘Les Misérables’ (2 horas y 37 minutos), ‘Lincoln’ (2 horas y 29 minutos), ‘Skyfall’ (2 horas y 23 minutos), ‘La noche más oscura’ (2 horas y 37 minutos), ‘Los Vengadores’ (2 horas y 23 minutos),… Aquellos films que duran entre 90 y 100 minutos son una minoría y están en peligro de extinción, aunque siempre nos quedará el cine independiente.

El gran cambio de paradigma tuvo
lugar, sobre todo, con la consagración de Peter Jackson como director. Un
hombre que ha hecho tanto daño como bien al cine. El éxito de ‘El Señor de los
Anillos’ y de su kilométrica trilogía dio buena cuenta de que el espectador era
capaz de aguantar tres horas de película y que, no teniendo bastante, era capaz
de compara ediciones extendidas en DVD, como si hubiese algo más de la historia
que descubrirles. En ese caso específico tenía bastante sentido, los tres
libros son un material extenso para la adaptación en una sola pieza y, con buen
criterio, decidieron hacer un libro por película. Pero Peter, que hasta
entonces no había hecho una sola película que llegase a las dos horas, perdió
la cabeza. Pensando que ‘menos no es más’, dio rienda suelta a su complejo de
Dios para hacer un remake de más de tres horas de King Kong, hacer un drama
soso y aburrido como ‘The Lovely Bones’ en 135 minutos y, finalmente, realizar
una adaptación de una novela corta (menos de 300 páginas) en 3 películas de
cerca de tres horas. ¿Está chiflado? La respuesta es contundente: sí,
lo está.
Pero de ‘El Hobbit: un viaje
inesperado’ hablaremos más adelante, donde, además, continuaremos con la descabellada
idea de su duración. A continuación, y aunque un poco tarde, me voy a sumar al
repaso del cine del pasado año aprovechando el periodo de premios y
nominaciones en el que actualmente nos encontramos. Esta revisión ha de
entenderse como un punto de vista personal en el que muchos films se quedarán
en el tintero, ya sea porque no he tenido la oportunidad de visionarlos, debido a que ya han sido comentados
en esta sección, por falta de espacio o debido a que así lo he creído
conveniente. Para hacer más digerible el artículo lo he estructurado por
partes, puesto que un año de cinematografía da para mucho, y he limitado el
número de títulos por sección a un máximo de cuatro. Del mismo modo, valoraré
numéricamente algunos de esos films que irán presentados a través de secciones.
Ya avanzo que, el 2012, ha sido un año en la que no sentí un gran entusiasmo
por lo que se ha producido, lo que quedará patente en mi crítica.
2012: Una odisea de
adaptaciones.
El año pasado ha sido muy prolífico
en adaptaciones en Hollywood y eso es debido a una sola cosa, la falta de
ideas. Las adaptaciones han sido siempre un producto más común de lo que pensamos
en la industria estadounidense, pero este año han batido records. Hay muy pocos
guiones originales que hayan visto que su versión fílmica valiese la pena o
tuviese suficiente relevancia. Y, precisamente, porque ha habido muchas
adaptaciones de renombre hace que mi decepción sea mayor al ver el resultado.


Por último, La vida de
Pi, cuya adaptación es bastante fiel a la novela (aunque se han
inventado lo de aquella chica que el protagonista conoce al principio). Una
película muy visual que cuenta, a modo de metáfora de lo que realmente
acontece, como Pi sobrevive a un naufragio cuando viajaba con su familia hacia
el continente americano. Mi nota, un 7/10.
El 2012 también ha sido un año de
superhéroes y otras adaptaciones del cómic que bien podrían formar parte de
esta sección. Pero, por ser casos especialmente numerosos, hablaré de ellos en
la siguiente entrega. Stay tunned!
To be continued…
2 comentarios:
Y verás cuando te empieces a hacer mayor o hayas salido a correr esa tarde (vicio propio de hacerte mayor) y te ataque el sueño en el momento en que empiezas a notar que aunque la película tenga un planteamiento majo la historia no remonta. Das a abandonar pantalla completa, ves que el circulito va por 50 min y que la peli dura no 1hora 30 sino 1h 55 ahhhh. Solución, cabezada y seguro que aún me trago 20 minutos de final. De esas te podría contar un montón.
Yo creo que ya me estoy empezando a hacer mayor (porque a correr salgo casi a diario). Es que estas duraciones no son para nada prácticas (si fueran sólo 115 minutos...). Cuando me entra sueño, últimamente, opto por parar la película y continuarla otro día. Claro, a veces eso nunca ocurre. La mayoría de las veces, simplemente, me pongo a hacer algo mientras. Y es que hay dos tipos de series/películas: las que puedes ver haciendo otra cosa (por ejemplo, dormir) y las que no.
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