domingo, 28 de febrero de 2010

Elemental, querido Watson

Hay temas recurrentes que trato con mi psicólogo, el Dr. Fleish, en mis horas de consulta (y fuera de ellas): mi fascinación por todas las palabras que contengan el elemento compositivo “orto”, nuestras creencias (in)fundadas de que existe una conspiración entorno a nosotros (dos) liderada por nuestras madres (que darían explicación a muchos de los sucesos absurdos acontecidos en nuestras vidas),… y últimamente hablamos de las redes sociales. Los rechazos y aislamiento que provocan, los grupos que surgen y la obsesión de la gente por las señoras y los velociraptores. Fleish y yo nos conocemos desde hace tanto tiempo que no hace falta que abramos la boca para saber lo que estamos pensando. Algunos dicen que tenemos una relación extraña y peculiar porque en ocasiones la terapia se produce con alcohol de por medio… bueno, yo siempre digo que cada maestrillo tiene su librillo y no voy a cuestionar su método de trabajo a estas alturas.


La última anécdota llegó cuando un amigo del grupo al que vemos cada dos o tres años (y con suerte) añadió al Facebook (aka Fleishbuc) a otras personas con las que no tiene apenas relación y a nosotros no. Sí, él también sufre la misma circunstancia. ¿Nunca os ha pasado? Uno acaba planteándose que tipo de trama gira entorno a ello. No somos el estereotipo de usuario que tiene 300 amigos agregados. Eso no nos importa, parece que el término ‘amistad’ está perdiendo su valor gracias a estos sitios (igual que pasó con la palabra ‘romanticismo’). Pero este caso nos hizo pensar si deberíamos modificar aspectos de nuestra conducta, tal vez seríamos más felices. Sofrosýne. Thomas H. Leahey, en su libro "Historia de la Psicología" lo cuenta así: “Esta es una palabra realmente difícil de traducir: su significado más sencillo es autocontrol,[...] No es el autocontrol de un cristiano o de un asceta budista que rechaza el mundo, la carne y el mal, sino el autocontrol de una persona que acepta y disfruta de los placeres del mundo pero que no se deja atrapar por ellos”.
“La naranja mecánica”, “Un mundo feliz”,… múltiples son los ejemplos que podíamos poner.
Es a John B. Watson al que debemos el término “conductismo”. Siempre me acuerdo del caso del “Pequeño Albert”, un niño de 11 meses que éste cogió para un experimento que realizó junto con Rosalie Rayner. Consistía en presentar al niño un ratón blanco. Tras unos primeros momentos de desconcierto, Albert acababa intentando coger el ratón. Cada vez que plantaba su mano encima de él, había un sonido metálico que le aturdía y le hacía llorar. Tras una repetida exposición, el bebe acababa evitando el contacto con el ratón y se ponía a llorar cuando este aparecía. Pero el experimento de Watson no trataba de demostrar que el terror y las fobias eran inducidas o aprendidas, sino que estas podían extenderse sin necesidad de un nuevo condicionamiento. Así, Albert presentaba el mismo comportamiento con el ratón que con un conejo, un perro o un trozo de algodón. En este enlace pueden seguir la progresión que siguió Watson. Según ese mismo informe, no se llegó alcanzar la fase final, la de descondicionamiento. Albert fue sacado de la unidad hospitalaria y nada más se supo de él. Los conductistas bromean al respecto que si hubiese acudido a la consulta de un psicoanalista para que le tratase su fobia hacia los abrigos de pieles, estos le dirían que es fruto de que en los primeros años de su infancia tuvo un trauma sexual con su madre.
Recientemente, en una investigación publicada en la “American Psychologist” por Hall Beck, se ha conseguido saber que ocurrió y quien era en realidad ese niño. Tras acceder al hospital donde se realizó los experimentos y analizar cuidadosamente los registros que se poseían, dio con el nombre de una enfermera residente, la nodriza Arvilla Merritte. Por este nombre Beck no consiguió mucha información, por lo que probó con su apellido de soltera, Irons. Esto reveló que su apellido de casada era probablemente ficticio para ocultar el hecho de que su bebé era ilegítimo. Albert fue otro nombre ficticio para ocultar la verdadera identidad del niño, el real era Douglas. Se puso en contacto con la familia para ver si podían aportarle una fotografía para realizar un estudio comparativo pero estas eran demasiado borrosas. El siguiente paso fue llevarlas a un experto del FBI que junto a los datos biográficos que se tenían sugirió que muy posiblemente se tratase de la misma persona. Douglas Merritte, alias “Pequeño Albert” murió a los seis años de edad tras desarrollar una ‘hidrocefalia’, aun aumento de su fluido cerebral probablemente debida a una infección de meningitis. Beck concluye su investigación con la visita a la tumba del niño. Watson y Rayner terminaron teniendo un idilio que provocó su abandono de la cátedra de la Universidad Johns Hopkins . Él decía que le podía hacer de cualquier niño un ingeniero, un médico, un arquitecto,… si se le proporcionaban las condiciones adecuadas:
“Dadme una docena de niños sanos, bien formados, para que los eduque, y yo me comprometo a elegir uno de ellos al azar y adiestrarlo para que se convierta en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger -médico, abogado, artista, hombre de negocios e incluso mendigo o ladrón- prescindiendo de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza de sus antepasados”
Este niño supongo que debía de ir para astronauta o para balón de voleibol.
Sus hijos James y William, puede pensarse que tuvieron que tener una infancia de lo más interesante. Me imagino a la pareja decidiendo a los dados que harían de sus hijos. No se les debió dar muy bien. William llegó a ser un respetado psicoanalista en Nueva York, siguió las teorías freudianas y se enfrentó a las de su padre. Su primer intento de suicidio fue detenido por su hermano James, no así el segundo que le dio muerte a mediados de los años 30. Watson murió de cirrosis del hígado en 1958 debido a sus problemas con el alcohol. Su otro hijo, John, fruto de su anterior matrimonio (con Mary Ickes, hermana de Harold L. Ickes que llegó a ser Secretario del la Gobernación del presidente Roosevelt) murió a los 50 años de úlceras sangrientas en el estómago.
John B. Watson posando a lo “Ken Follet”.
Otros experimentos célebres son el de la caja de Skinner y el del perro de Pavlov. Y probablemente Fleishbuc también lo sea, manipulado por mi madre para conquistar el mundo.
Laurence Sterne (1713-1768) en su genial novela “Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy” ya nos hace partícipes del condicionamiento clásico (en el s.XVIII) que sufría la madre del protagonista de la novela. Aquí el ejemplo en la estupenda adaptación libre de Winterbottom (aka Culo invernal)
Hoy día seguimos haciendo uso de técnicas de modificación de la conducta. Algunas de las más curiosas son las siguientes:
- Compresión Basilar. Es una técnica para tratar la eyaculación precoz que consiste en apretar la base del miembro cuando uno ve que la cosa va a terminar demasiado pronto. Yo siempre escuché hablar de la técnica: “¡piensa en otra cosa, piensa en otra cosa y hazlo rápido!”, que siempre es efectiva. ¿Qué ocurre? Pues que si uno piensa en cosas que no le atraen en absoluto puede, con la exposición excesiva, llegar a crear parafilias. Y si no vean la paradoja en el siguiente punto.
- Recondicionamiento del orgasmo: Consiste en pensar durante el ACTO SEXUARRRRR, excitación o cuando le damos al manubrio (tanto ellos como ellas) en algo más aceptado socialmente justo antes de eyacular. Esto se utiliza para tratar todo tipo de parafílias. Se basa en el condicionamiento clásico que supone que tus primeras experiencias sexuales (jarl) han sido asociadas con el placer que te provoca esa parafilia en concreto. Ya sean peluches (plushofilia… esta seguro que no la padecería “Pequeño Albert”), abrir y cerrar cajones (mobicofilia), o el frotarte con desconocidos (frotismo) o contra árboles (dendrofilia), lo que hay que hacer es pensar en tetas, culos y penes de mujeres y hombres adultos. Así se recondiciona o extingue esos impulsos.
- Pipi-Stop: Este es mi favorito. Consiste en utilizar una almohada u otro objeto similar que de descargas eléctricas al niño cada vez que se mee en la cama. Se utiliza para evitar que precisamente esto ocurra. Parece que lo de las descargas debía dejar alguna secuela a los chavales (que posiblemente acabasen sin usar una almohada en su vida y les crearía Electrofilia) y se modificó finalmente por un sonido en forma de despertador.
Escena de la película “los sexoadictos” de John Waters, donde los asistentes confiesan sus parafilias.
La propia evitación refuerza el miedo. Así es como se explican las fobias. El afrontamiento o la exposición a la situación objeto que causa fobia es para los casos en q esa fobia afecte o altere de forma importante la vida del sujeto. Aquí podríamos tener debate, puesto que hay muchas situaciones que evitamos precisamente por miedo a nuestra reacción (o las consecuencias de la exposición) o por incomodidad. ¿Significa eso que tenemos que enfrentarnos a las personas que no queremos ver para liberarnos del trauma ocasionado? ¿Qué tenemos que afrontar un cara a cara contra el motivo de nuestras fobias? Siempre nos quedará Internet y su máscara para poder encontrar un refugio en él, hacernos un perfil en fleishbuc y hacer partícipes a los demás de cómo somos o aparentamos ser. Recuerden que se dice que nació como un experimento sociológico. Yo por lo que puedo ver en la gente es que es una herramienta que condiciona su conducta. ¿Y si no porqué tantos grupos de señoras y velociraptores? ¿Nos está creando nuevas parafilias o inculcando las ya conocidas?

domingo, 14 de febrero de 2010

Que 'jrande' es el Zine. Take 1: Zardoz.

Todo genio tiene su obsesión, Poe la tuvo con la muerte, Delvaux con las estaciones de tren, Van-Damme con su orto y John Boorman con “El Mago de Oz”. Y es que del título de la novela de L. Frank Baum surge el juego de palabras que da nombre a esta sórdida película.

Actualmente se encuentra preparando una adaptación animada de este libro y haciendo ‘one more time’ una de sus películas más conocidas, ‘Excalibur’, esta vez, bajo la dirección de Bryan Singer (y es que parece que los Bryan están vinculados a la canción>chiste fácil).


Antes de meternos en farina, es aconsejable destacar que el presupuesto de esta película de 1974 era más pequeño que el miembro de un esquimal, y eso hace posible comprender porqué Sean Connery iba y volvía del set a su alojamiento en un coche que el mismo conducía, que Boorman eligiese un terreno que tenía en Irlanda (en las montañas Wicklow) para rodar, que contratase a su mujer, Christel Kruse Boorman, de responsable de vestuario (un gran aporte para la humanidad) y que ante la situación de no tener suficientes botas para los extras optasen por pintarles las piernas con pintura roja (no en vano, la película fue nominada a los premios Hugo a la mejor presentación dramática).

Boorman no intenta engañar a nadie, en los primeros 10 minutos de película ya queda claro lo que vamos a ver. Es fácil que en un análisis superficial solo nos fijemos en las incoherencias de la película (muertos que respiran y pestañean o que caen asesinados antes de ser disparados, por ejemplo).

Pero lo que Zardoz nos cuenta es una distopía, un mundo en el que unos inmortales que viven aburridos en el Vortex, controlan el mundo de los humanos a través de un dios ficticio que da nombre a la película. Unos elegidos dentro de los mortales se encargarán de ‘exterminar’ a los humanos y rendir culto a su dios, personificado en una gran cabeza volante (de diseño similar a “La boca de la verdad” de Roma, y es que Zeta encuentra la verdad al introducirse dentro) manipulada por Arthur Frayn (inmortal y desencadenante de los sucesos que acontecen en la película).

Sean Connery interpreta a Zeta (Zed en la versión original), que al averiguar el engaño se introduce en el monolito para viajar al Vortex y descubrir la verdad. Estos datos son suficientes para entender varios conceptos que aparecen en la película relacionados. Primero la invención de una religión/deidad despótica que atemoriza a sus fieles que no es otra cosa que una aguda trama entorno al fomento de la incultura para lograr la manipulación de la masa. Creo que no hace falta que diga nada más, ¿no?
Hay frases en la película de fuerte contenido violento, como “el arma es buena”, Zardoz premia con armas a sus exterminadores por su trabajo bien hecho, o las constantes violaciones que estos ‘elegidos por los dioses’ comenten contra las mujeres humanas y los asesinatos que se producen (la masacre del final está llena de mercromina y escenificaciones de muertes de lo más absurdas). Otras frases relevantes son “la procreación es mala”. El pene es un elemento diabólico en Zardoz. Algo que no deja de ser gracioso. Armas buenas, pene malo. ¿Hasta aquí se ha entendido los dos principales preceptos de la religión? Así me gusta.

Clase ilustrativa.

A mi me encanta la escena en la que aparece una mujer masajeando sus pechos con jabón, la lucha de mujeres en el barro,… imágenes que se suceden para provocar una erección a Zeta, mientras todos los inmortales observan a su objeto de estudio y se quedan estupefactos cuando el miembro de Connery toma vida propia. Es entonces cuando se nos muestra unas imágenes del supuesto ADN humano, que no son otra cosa que imágenes de medusas y bacterias a través de un microscopio. Se nos proponen preguntas existenciales y metafísicas sobre el origen del hombre, su evolución, su… ¿destino? El hombre está destinado a repetir siempre los mismos errores. De ahí la distopía.

Su madre siempre quiso verlo vestido de blanco...
No hay nada de raro, recordad que en Escocia
los hombres llevan falda.

Otra de las frases memorables de la película nos llega tras ver a Sean vestido de novia… “ el fin de la eternidad. Una forma más elevada, la venganza”. Boorman está claro que no pretende abogar por la violencia, sino porque estos sentimientos están dentro del ser humano. Curioso contraste el de las dos sociedades, una en la se vive en la ignorancia y otra en la que el conocimiento es unificado, todos saben de todos, todos se conocen y nada escapa a su control, ni siquiera los pensamientos. Los inmortales conocen la penuria de su condición y tienden hacia la autodestrucción. De ahí el agudo plan de Arthur Frayn para que Zeta aprendiese a leer, comparar, tener criterio y posteriormente poner fin a la actual situación. Por lo demás, cortes bruscos, imágenes forzadas en las que se pretende crear una estética propia, planos arriesgados que rozan la psicodelia y un trávelling por el jardín a manera de explicación.

Ecuación básica de 'Boorman'.

¿Qué ocurre cuendo mezclamos a Vampirella con James Bond? Pues que nos da como resultado a Zardoz. No piensen que hubo plagio. Vampirella se publicó por primera vez en Septiembre del 69 (número cochino y año de llegada a la luna), por lo que es posible que Boorman se quedase maravillado por su vestuario…o tal vez fue su mujer… o tal vez es que no tenían tela suficiente… que importa, el caso es que la ecuación nos da un resultado claro y contundente (y es que aprender "punto de cruz" por un curso CEAC no da garantías de éxito en esta industria tan exigente). Destacar la adaptación de 1996 (directa a vídeo y encerrada en un cajón) protagonizada por Talisa Soto. La película se nos presenta con una estética muy de los 80 y no es solo por el VHS…Al contrario que Boorman, parece que no querían que la prota mostrase demasiada carne.

Ante la obligada pregunta de cómo nuestro Sean accedió a hacer ese papel con todo lo que conllevaba hay múltiples teorías, de las cuales probablemente la más verosímil nos lleva al siguiente diálogo:

- Connery: “Pero John, que me estás contando de ir medio en cueros con un taparrabos rojo, el bigotón, la trenza,… ¡Que todo el mundo relaciona mi imagen con la de James Bond!”.

- Boorman: “Sean, no seas tonto que aquí vas a tocar mucha teta”.

Connery 'cobrandose' su participación en la película.

Aunque las fuentes oficiosas dicen que fue porque le gustó el argumento. En fin, quédense con la más convincente. Y es que Boorman se destaca por el naturismo y la desnudez (con gran sentido del humor, porque ponerle al personaje de Charlotte Rampling el nombre de Consuela…)Y debe ser un tipo convincente, porque sabe elegir. Es el caso de Gerry Johnston, que comenzó su andadura profesional en esta película y terminó trabajando en películas como “Braveheart” y “Salvar al sodado Ryan” como técnico de efectos especiales. Y se nota que tuvo que aprender un montón en esta película. No obstante su director de fotografía estuvo nominado a los BAFTA en 1975 (acabó ganando dos oscars años más tarde) doblemente por esta y por “Asesinato en el Orient Express” (que también contaba con Sean) y que en el año anterior a la producción de Zardoz ya había ganado uno de estos premios por la adaptación de “Alicia en el País de las Maravillas”.

El propio Boorman hace un cameo en la película, como un campesino.

Lo que no quepa duda es que es una película más que recomendable para sórdidos y bizarros en la que Connery se encontraba, según sus biógrafos, en una pendiente descendente de su carrera, estaba cansado de su encasillamiento y pensaban que como James Bond ya era un poco viejo (hizo una película más en 1983, casi diez años después, “Nunca digas, nunca jamás”). No obstante queda patente su gran sentido del humor, Y una anécdota más, el papel de Zardoz iba a ser interpretado en un primer momento por Burt Reynolds, protagonista de la anterior película de Boorman ‘Deliverance’ (1972), pero se puso enfermo (¿tal vez al ver el vestuario?). Y es que ya lo dice mi psicólogo: “lo más importante en esta vida para tener credibilidad es tener un buen bigotón”.

Otros que siguieron el modelo 'Zardoz'.

PD: Y ahora un modelito de Vampirella para los lectores freaks. Amen.